Por Jesús Méndez Jiminián
La apertura de la Escuela Normal, en Santiago, y su posterior puesta en funcionamiento recibió muy poco respaldo del pueblo y las autoridades de entonces en esa ciudad. El empeño puesto de manifiesto, primero por el General Luperón, y después por el Padre Meriño desde la Presidencia de la República, al parecer no logró calar en el seno de la sociedad de la localidad cibaeña.
Durante la sesión del día 10 de diciembre de 1880, que contó con la participación de la mayoría de los miembros del Honorable Ayuntamiento de Santiago, compuesta por los ciudadanos J. Jiménez, que se desempeñaba como presidente interino, don Teófilo Cordero, F. Augusto González, Ulises Francisco Bidó, Onofre de Lora y Julio J. Julia, acompañados del síndico J. Alejandro González y del secretario municipal J. de J. Álvarez participaron, además del señor Casimiro Nemesio de Moya, en su calidad de Ministro en Comisión del Gobierno y el Gobernador de la provincia de Santiago Miguel A. Pichardo.
De Moya participaba con la expresa intención y bajo la voluntad del entonces presidente Meriño, para hacer saber el empeño que “tiene el gobierno de establecer la Escuela Normal en esta ciudad”. Sin embargo, pese a lo largo de su conversación y el énfasis puesto en el objetivo central, por las autoridades municipales, posteriormente se cometieron errores de relevancia que pusieron en peligro, y ulteriormente sepultaron la idea hostosiana, de poner en marcha esta verdadera revolución educativa en la ciudad corazón.
¿Cuáles fueron esos errores cometidos?
En primer lugar, las autoridades de Santiago tenían mucho empeño en la buena marcha del Colegio Central Municipal, que entonces era como una especie de competencia educativa para la Escuela Normal. Amén, de que sus programas educativos eran similares, y los profesores de la Normal eran prácticamente los mismos que los del Colegio Municipal.
Otro punto conflictivo era, que se estaba produciendo la renuncia de algunos profesores del Colegio Central Municipal para tener exclusividad en la Escuela Normal. Y lo peor aún era que, la Normal estaba alojada en la misma edificación del Colegio Central Municipal. Es decir, esto era una especie de fusión que en breve tiempo creó un cierto malestar.
Las anteriores situaciones, unidas a la precariedad económica con que se desenvolvía la municipalidad provocaron una de dos: o que desapareciera, como luego sucedió, la Escuela Normal, o que fuese el Colegio Central Municipal. Lo cierto es, que el director de la Escuela Normal, de nacionalidad venezolana, y desconocido en Santiago, por entonces, el abogado y educador León Lameda, fue sintiéndose impotente ante el ahogo económico que tuvo la Escuela Normal, donde los materiales educativos provistos por el gobierno para dotar dicha institución no llegaban, amén, de la apatía de la ciudadanía para inscribirse en ella, pronto la hicieron desaparecer. Al doctor Lameda no le quedó más remedio que presentar su renuncia ante el Ministro de Instrucción, señor Eliseo Grullón.
El proyecto de la Escuela Normal en Santiago de los Caballeros duró pocos meses. Sucumbió a mediados del año de 1881, es decir, en el transcurso del primer año del gobierno del Padre Meriño; y esto no fue producto, como se ha querido vender, de posiciones encontradas en términos de visión educativa entre Hostos y el Padre Meriño. No.
La Normal en Santiago de los Caballeros fracasó producto de ciertos celos manifestados por sectores de la sociedad santiaguera unida a los errores, hasta cierto punto, infantiles, cometidos por las autoridades de entonces, y la situación económica prevaleciente por aquellos días. Vino luego el gobierno de Ulises Heureaux y la enemistad de Hostos con Lilís castró su desarrollo, y al ilustre educador puertorriqueño no le quedó otro camino que autoexiliarse durante más de una década en Chile. Así las cosas.
El autor es escritor, ingeniero, miembro de la Cátedra “José Martí” de la UASD y de la Real Sociedad de Historiadores.
0 comentarios:
Publicar un comentario