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MARTÍ Y LA ESTATUA DE LA LIBERTAD

miércoles, 24 de julio de 2013


Por Jesús Méndez Jiminián

“El alma humana es paz, luz y pureza; sencilla en los vestidos, buscando el cielo por su natural morada. Los cintos le queman; desdeña las coronas que esconden la frente; ama la desnudes, símbolo de la naturaleza; para en la luz de donde fue nacida”. ~  José Martí (1853-1895)


A mis amigos del Centro de Estudios Martianos en La Habana, y de la UNESCO, regados por el mundo.

            El 1 de enero de 1887 el periódico La Nación de Buenos Aires, Argentina, publicó un extenso trabajo de José Martí que se titula “Fiestas de la Estatua de la Libertad”.

Monumento en honor a José Martí  en NY
En sus notas introductorias, Martí hacía una breve, pero bien lograda conceptualización del sentido de la libertad; y, entre otras palabras, señalaba estas: “iTienes razón, libertad, en revelarte al mundo en un día oscuro, porque aun no puedes estar satisfecha de ti misma! Y tú, corazón sin fiesta, canta la fiesta!”. Invocaba en estas líneas Martí, el grandioso día en que la cuidad de Nueva York se vistió de gala para celebrar con mucha alegría y desbordante entusiasmo, y en el que él fue partícipe también, de la inauguración oficial de la Estatua de la Libertad, obra colosal realizada por el destacado escultor francés Federico Augusto Bartholdi, en los años 80 del siglo XIX.    

            En su crónica impregnada de hermosos detalles, Martí nos comenta: “Ayer fue, día 28 de octubre (1886), cuando los Estados Unidos aceptaron solemnemente la  Estatua de la Libertad que les ha regalado el pueblo de Francia, en memoria del 4 de julio de 1776, en que declararon su independencia de Inglaterra, ganada con la ayuda de sangre francesa. Estaba áspero el día -dice-, el aire ceniciento, lodosas las calles, la llovizna terca; pero pocas veces ha sido tan vivo el júbilo del hombre”. (p.760, en “José Martí en los Estados Unidos. Periodismo de 1881 a 1892”).

            A propósito de esto último que indica Martí en su crónica, es necesario hacer un poco de historia, para saber cómo se produce la entrega y la llegada de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense por parte de Francia. Así cómo algunos detalles de su construcción, por el escultor Bartholdi, y la participación en ella de otras personalidades.

Auguste Bartholdi (1834-1904
            Iniciamos señalando que: “La historia de la Estatua de la Libertad comienza en la primavera de 1871, en Versalles, en el salón de un hombre de letras, Edovard Laboulaye (jurista y político francés, 1811-1883, n. de j.m.j.),donde se hallaban reunidas varias personalidades entre ellas el escultor alsaciano Auguste Bartholdi (1834-1904) que acababa de conquistar la celebridad por su famoso  “León de Belfort” (…) la conversación, que recaía sobre el tema de la libertad de los pueblos y la valiente energía con que los americanos, ayudados por La Fayette (José  María, 1757-1833, que tomó parte en la guerra de independencia de los EE.UU, n. de j.m.j.), habían podido conquistar la suya, Laboulaye expuso la idea de que Francia debería de ofrecer a los Estados Unidos, con ocasión del … centenario de su independencia (1876) una inmensa estatua que simbolizase de manera grandiosa el ideal de la libertad”. (Véase la revista cubana “Carteles” de 1953, en un trabajo de Jacques Riols, traducido al español por Julián Iglesias, p.46).

            Sin embargo, ya antes “En 1870 Bartholdi talló el primer esbozo en terracota y un modelo que no sirvió, que actualmente se encuentra en el Museo de las Bellas Artes de Lyon, Francia” de lo que sería aquella majestuosa estatua, hoy símbolo de la cuidad de Nueva York y del pueblo norteamericano.


            Bartholdi, por mediación de la Unión   Francocoamericana, en Francia, se trasladó en 1871 a los Estados Unidos, haciendo un recorrido durante varias semanas por diferentes lugares, a fin de ubicar el sitio adecuado, para instalar finalmente su monumental obra, en territorio norteamericano. El 18 de julio de ese año se reunió con el entonces Presidente Ulises S. Grant, en Nueva York, donde definitivamente instalaría la estatua, decidiéndose por la isla de Bedloe, posteriormente llamada “isla de la Libertad” (1956). A su retorno a Francia, presentó en poco tiempo a la Unión, la maqueta de la estatua.

DETALLES SOBRE LA COLOSAL ESTATUA
           
            Debemos de recordar, que pasó la fecha del 4 de julio de 1876 y Bartholdi no pudo cumplir sus deseos, sino diez años más tarde; es decir, el 28 de octubre de 1886, cuando se realizó el acto oficial para dejar formalmente inaugurada la estatua, y del que luego comentaremos.

“Las distintas partes de la estatua fueron terminadas en Francia en julio de 1884. La estatua recibió entonces múltiples visitas, como la del presidente de la república francesa Jules Grévy y el escritor Víctor Hugo. El desmontaje comenzó en enero de 1885.”

La estatua emerge imponente en el taller de Barthtoldi.1885.
            Las piezas de la estatua eran 350, repartidas en unas 214 cajas, que recorrieron el río Sena desde el taller de Bartholdi, pero que antes fueron llevadas en tren hasta llegar al puerto francés de Havre, desde donde finalmente partieron para Nueva York, a donde llegaron el 17 de junio de 1886.

            Para la terminación de la escultura, en Francia, durante el año 1875 se hicieron donaciones por un monto de 400,000 francos, que aportaron unos 100 mil donantes; pero el presupuesto final de la obra llegó a ¡un millón de francos!

            Bartholdi buscó ayuda en el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923), quien diseñó la estructura en cobre de la estatua. Las piezas en ese material, fueron realizadas en los talleres de la empresa “Gabet, Gautier et Cie”, en Francia, en 1878. Las planchas de cobre fueron donadas por el señor Pierre-Eugene Secrétari; y los trabajos de precisión estuvieron a cargo del ingeniero Maurice Koechlin, amigo del ingeniero Eiffel.

Existen diversas hipótesis de los historiadores sobre el modelo que pudo haberse utilizado para determinar la cara de la estatua, aunque ninguna de ellas es realmente definitiva hasta el momento. Entre las posibles inspiraciones para la cara de la estatua se encuentra Isabella Eugenie Boyer, viuda del inventor millonario Isaac Singer”, famoso por su invento de la máquina de coser.

            Otras fuentes, señalan que Bartholdi se inspiró en el rostro de su madre, la señora Charlotte Bartholdi (1801-1891); dicho  sea de paso, esta es la hipótesis, al parecer, más aceptada.

            Hubo un acuerdo entre Francia y los Estados Unidos, en lo que respecta a la famosa estatua; y consistió, en que: el segundo país se encargaría de la realización y el costo del monumento que sirve hoy de base a la estatua, mientras que el primero, como también ocurrió, se encargaría de la escultura y de su posterior ensamblaje y embarque. La patente para la construcción de la estatua, fue entregada a Bartholdi el 18 de febrero de 1879, en los Estados Unidos.

            Como ya sabemos, “La estatua representa a una mujer en posición vertical, vestida con una especie de estola amplia y en su cabeza tiene una corona con siete picos, que simbolizan los siete continentes  y los siete mares”. En la mano derecha, la estatua tiene una antorcha encendida levantada por todo lo alto, para remitirnos al siglo llamado “de las luces”, o sea, al siglo XIX; “en su mano izquierda sostiene una tablilla que tiene grabada y firmada la Declaración de Independencia Norteamericana, escrita en número romanos: July IV MDCCLXXVI”. La llama de la antorcha que sostiene en su mano derecha está cubierta con láminas de oro.

            La altura de la estatua, según datos que hemos obtenido, es de 46 metros, alcanzando cerca de los 93 metros desde el suelo hasta la antorcha. La cabeza, desde el mentón hasta el cráneo tiene 5.26 m., y su ancho es de 3.05m.; la longitud del brazo derecho es de 12.80m., y su ancho es de 3.66m.

              Como dato curioso, y que de seguro los lectores se preguntarán, el número de visitantes a este monumento ha ido en ascenso. Actualmente lo visitan entre 4 y 5 millones de personas por año. “El 5 de octubre de 1924, la estatua fue declarada como monumento nacional de los Estados Unidos, y el 15 de octubre de 1965 se añadió la isla de Ellis” a su ubicación. En 1984, la UNESCO, con sede en Paris, declaró este monumento como Patrimonio de la Humanidad, convirtiéndose en símbolo de los Estados Unidos y representando en “un plano más general, la libertad  y emancipación con respecto a la opresión”.

MARTI Y LA FIESTA INAUGURAL

            Como ya dijimos anteriormente, Martí fue un testigo presencial de aquella espléndida y regia inauguración de la estatua, el 28 de octubre de 1886, en Nueva York. Él, más tarde escribiría de aquella memorable fiesta, estas palabras: “Grandes festividades marcaron (pese a que, como  bien señaló él en su crónica, la llovizna de aquel día sobre Manhattan no deslució los actos de, n. de j.m.j.) la inauguración oficial de la Estatua (…). Un imponente desfile recorrió –anota-las calles de Manhattan y Wall Street, donde se había elevado un inmenso arco de triunfo. Un millón de personas asistieron, desde lejos, sobre los muelles de Nueva York  a la ceremonia de inauguración…, en presencia del Presidente (Grover) Cleveland (1837-1908) (del que Martí observó, que  tenía ¨estilo de médula, acento sincero y voz simpática, clara y robusta¨, n. de j.m.j.), de los miembros del gobierno americano y de una importante delegación francesa. Después de un discurso de Fernando de Lesseps (1805-1894) diplomático (y administrador) francés (que hizo construir el canal de Suez e inició el de Panamá, n. de j.m.j.), Evarts (senador de Nueva York, del que Martí apuntó que hablaba con ¨noble lenguaje y superior sentido¨, n.de j.m.j.) tomó la palabra…¨. El escultor Bartholdi, que se hallaba ¨ubicado en la parte más alta de la estatua, descubrió la misma, que estaba cubierta en una inmensa bandera tricolor¨. (p.48).

Ocurrió algo jocoso en aquel histórico acto, y fue que ¨Bartholdi- y lo observó también Martí en sí crónica-al no escuchar ya la voz del senador (Evarts, n. de j.m.j.), creyó que el discurso había terminado, y dejó caer la bandera…formando un estruendo ensordecedor de aplausos, los silbidos de las sirenas de los barcos, las vivas frenéticas de una multitud entusiasmada, y las salvas de cañón de baterías de la costa y de los buques de guerra¨. (pp.48-49).

Martí describe lo sucedido con Bartholdi, y que llenó de frenética alegría el acto, con estas emotivas palabras: ¨Y cuando inopinadamente, en medio de su discurso (el del senador Evarts, n. de j.m.j.), creyendo llegada la hora de descorrer, como estaba previsto, el pabellón que cubría el rostro de la estatua, la escuadra, la flotilla, la cuidad rompió en un grito unánime que parecía ir subiendo por el cielo como un escudo de bronce resonante: ¡Pompa asombrosa y majestad sublime!; nunca ante altar alguno, se postró un pueblo con tanta resonancia!; los hombres pasmados de su pequeñez, se miraban al pie del pedestal, como su hubiera caído de su propia altura: el cañón a lo lejos retemblaba: en el humo los mástiles se perdían: el grito, fortalecido, cubría el aire: la estatua, allá en las nubes, aparecía como una madre inmensa¨. (p.747). Más aún, ¨La isla entera – dice Martí –      parecía un solo ser humano¨.

Se dice, que los aplausos y las salvas que siguieron a aquella acción de Bartholdi, duraron ¡¨más de un cuarto de hora¨! Bartholdi en aquel grandioso acto, se negó a pronunciar discurso alguno. Ya su acción era más que cualquier discurso. Durante toda la noche de aquel 28 de octubre de 1886, Nueva York estuvo iluminado por los fuegos artificiales, para desparramar más alegría.

Martí plasmó con mucha elegancia, en su referida crónica, aquella alegría de los neoyorquinos. ¨La emoción era gigante-escribió-. El movimiento tenía algo de cordillera de montañas. En las calles no se veía punto vacío. Los dos ríos (el Hudson River y el East River n. de j.mj.) parecían tierra firme. Los vapores, vestidos de perla por la bruma, maniobraban rueda a rueda repletos de gente. Gemía bajo su carga de transeúntes el puente de Brooklyn: Nueva York y sus suburbios, como quien está invitado a una boda, se habían levantado temprano. Y en el gentío que a paso alegre llenaba las calles no había cosa más bella, ni los trabajadores olvidados de sus penas, ni las mujeres, ni los niños, que los viejos venidos del campo,  con su corbatín y su gabán flotante, a saludar en la estatua que lo conmemora el heroico espíritu de aquel marqués de Lafayette, a quien de mozos salieron a recibir con palmas y con ramos, porque amó a Washington y lo ayudó a hacer su pueblo libre.¨(p.760).

Con mucho donaire y mágicas palabras, dice Martí luego: ¨Un grano de poesía sazona un siglo¨. El Comité pro-estatua, en los Estados Unidos, lo presidía el señor Richard Butler, quien estuvo en la tribuna en aquel memorable acto. De este Comité, dice Riols en la revista ¨Carteles¨, que no conseguía reunir ¨los 300,000 dólares necesarios¨ para hacer la base de la estatua.

Anotando algunas opiniones de la gente llana del pueblo, que se dio cita en aquel histórico acto, Martí nos ha dejado algunas. Por ejemplo, estas: ¨Francia-dijo un parroquiano-… nos regala la estatua de la libertad para que le dejemos acabar el canal de Panamá¨. (p.762). Otro ciudadano – dice Martí – indicó: ¨Sí, sí: fue Laboulaye quien inspiró a Bartholdi; en su casa nació la idea: Ve, le dijo, y propón a los Estados Unidos construir con nosotros un norteamericano soberbio en conmemoración de su independencia: sí, la estatua quiso significar la admiración de los franceses prudentes a las prácticas de la libertad americana. (Ibid). Desde aquel día, en que quedó inaugurada la colosal estatua, algunos norteamericanos la llamaron ¨the old girl¨.

Martí, haciendo gala en su maravillosa crónica de conocer datos de Bartholdi, el escultor francés de la estatua, nos dice: ¨Este creador de montes nació con alma libre en la cuidad alsaciana de Colmar que le robó luego el alemán enemigo; y la hermosura y la grandeza de la libertad tomaron a sus ojos, hechos a contemplar los colosos de Egipto, esas gigantes proporciones y majestad eminente a que la Patria sube en el espíritu de los que viven sin ella: de la esperanza de la Patria entera hizo Bartholdi su estatua soberana¨. (p.763).

Hemos sabido por Martí, que Bartholdi estuvo en Egipto durante la construcción del canal de Suez, ¨que no pudo concluir en 1869¨ y que allí entabló amistad con Fernando de Lesseps, (1805-1894) su promotor y realizador.

OTRAS ESCENAS CAPTADAS POR MARTÍ

Martí logró captar otras escenas durante aquel histórico 28 de octubre de 1886, en Nueva York. Por ejemplo, él anota esta.

¨Desde aquella tribuna juntos vieron los delegados franceses, con los prohombres de la república entorno al Presidente Cleveland, la parada de fiesta con que celebró Nueva York la inauguración de la estatua: ríos de bayonetas: miles de camisas rojas: milicianos grises, azules y verdes: una marcha de  gorros blancos en la escuadra¨. (p.764).

Y más adelante nos comenta: ¨Pasa la artillería con sus soldados de uniforme azul; la policía, con su marcha pesada; la caballería, con sus solapas amarillas: a un lado y otro las dos aceras negras. El hurra que empezaba al pie del Parque Central coreado de boca en boca, iba a morir en el estruendo de la batería. Pasan los estudiantes de Columbia, con sus gorros cuadrados; pasan en coches los veteranos, los inválidos y los jueces; pasan los negros; y redoblan las músicas, y por toda la vía los va siguiendo un himno.

Aplaude la tribuna al paso firme de la milicia elegante del 7o regimiento: va muy bella en sus capas de compañía la milicia del regimiento 22…le dan al Presidente dos cestos de flores… vuela la Marsellesa, con su clarín de oro, por toda la procesión; el Presidente con la cabeza descubierta, saluda a los pabellones desganados…, y los oficiales de la milicia francesa besan al llegar a ella el puño de su espada… entre frenéticos  saludos de las aceras, tribunas y balcones: pasan los banderines atravesados por las balas: pasan las piernas de maderas¨.(p.764).

Aquella fiesta que Martí llamó la ¨fiesta de la libertad¨, tenía aires de gran solemnidad pese a que el día estaba frío y ¨la llovizna terca¨; ¨la atmosfera oscura estaba laminada por los escudos de la soldadesca y los campanarios y los cañones, que hacían con su esplendor en el firmamento  ¨oda y sol¨.

Se erguía imponente por todos los alrededores de la colosal Estatua de la Libertad, que sonreía victoriosa y complacidamente, un mar de espectadores: ¨ ¡Allí está por fin –apuntó Martí-, sobre su pedestal más alto que las torres, grandiosa como la tempestad y amable como el cielo!... Parecía viva: el humo de los vapores la envolvía: una vaga claridad la coronaba…! Ni el Apolo de Rodas, con la urna de fuego sobre su cabeza y la saeta de la luz en la mano fue más alto! Ni el Júpiter de Fidias, todo de oro y marfil, hijo del tiempo en que aun eran mujeres los hombres¨.(p.765).

¨Como los montes-agrega Martí-, de las profundidades de la tierra ha surgido esta estatua, ¨inmensidad de idea en una inmensidad de forma, de la valiente aspiración del alma humana¨. (pp.765-766).

Aquel inolvidable 28 de octubre, la cuidad de Nueva york, quedó enloquecida y frenética. Despertó ¨resacada¨,  al día siguiente. Una nueva hija velaría por su destino y protegería su mundo; pero también lo haría por sus hijos, sus calles, sus edificios gigantescos… y pequeños, sus casas, su mar y su pueblo.

Martí quiere clausurar la fiesta. La noche llega como el relámpago; de forma poética el gran bardo y revolucionario escribe: ¨ Ríos de gente, temerosa de la torva noche, se echaron precipitados, sin respecto a la edad ni a la eminencia, sobre el angosto embarcadero. Pálidamente resonaron las músicas,  como si desmayasen la luz de la tarde¨. (p.769).

Un obispo, acota Martí, salió horas antes de la tribuna y ¨bendijo en nombre de Dios la redentora estatua¨, la de la libertad del pueblo cuyas cadenas de esclava rompía, quebraba…como lo había hecho ya Lincoln desde su presidencia.

¨Y cuando de la isla ya en altar, arrancaban en la sombra nocturna los últimos vapores, una  voz cristalina exhaló una melodía popular, que fue de buque en buque, y mientras en la distancia se estancaban en las coronas de los edificios guirnaldas de luces que enrojecían la bóveda del cielo, un canto a la vez tierno y formidable se tendió al pie de la estatua por el río, y con unión fortificada por la noche,  el pueblo entero, apiñado en las popas de los barcos, cantaba con rostro vuelto a la isla: ¡Adiós mi único amor!¨.(p.766).

Nueva Jersey, USA.
20 de marzo de 2013.

HEMINGWAY Y BOSCH: UNA AMISTAD LITERARIA Y REVOLUCIONARIA

sábado, 13 de julio de 2013



Por Jesús Méndez Jiminián 


“El sol se estaba poniendo. Para darse más confianza el viejo recordó aquella vez, cuando, en la taberna de Casablanca, había pulseado con el gran negro de Cienfuegos que era el hombre más fuerte de los muelles. Habían estado un día y una noche con sus codos sobre una raya de tiza en la mesa y los antebrazos verticales, y las manos agarradas. Cada uno trataba de bajar la mano del otro hasta la mesa. Se hicieron muchas apuestas y la gente entraba y salía del local bajo las luces de kerosenes, y él miraba al brazo y la mano del negro y a la cara del negro. Cambiaban de árbitro cada cuatro horas, después de las primeras ocho, para que los árbitros pudieran dormir”.

 Ernest Hemingway en “El Viejo y el Mar” 


¿Qué tuvieron en común Ernest Hemingway y Juan Bosch?

Hasta ahora, que sepamos, Hemingway y Bosch no se conocieron en los trabajos organizativos de la expedición armada de Cayo Confites (1947), en la que ambos participaron y cuyo propósito era llegar a tierras dominicanas desde Cuba, y derrocar a la tiranía de Rafael L. Trujillo, que en ese entonces tenía más de tres lustros.

Lo que sabemos es, que Bosch a inicios de los años 80 del siglo pasado, declaró que mantuvo una amistad fugaz con el destacado novelista norteamericana “debido  a sus paralelas ocupaciones”. Pues, como conocemos, Bosch durante su exilio en La Habana, Cuba, donde había llegado en 1939, se dedicó a tiempo completo a dos de sus grandes pasiones: la política y la literatura.


Y sobre la primera, había llegado prácticamente de manera fortuita, pues, apenas había pisado suelo cubano fue absorbido por algunos de sus compañeros de exilio en tales actividades. Ya en el campo literario tenía algunas publicaciones; y en 1938, estando en Puerto Rico había trabajado  en las obras del eximio patriota Eugenio María de Hostos y Bonilla. 

Juan Bosch 
Hemingway, por su lado, residente desde hacía pocos años entonces, en La Habana, pero no exiliado políticamente, sino por sus  constantes conflictos amorosos, estaba dedicado también a la literatura, a la vida bohemia habanera, y a los prolongados y frecuentes viajes que  realizaba como parte de sus experiencias para sus obras literarias.

Tanto Hemingway como Bosch se dedicaron al género del cuento y de la novela. Tenían ambos similares inquietudes políticas; y además, una verdadera pasión revolucionaria por cambiar el rumbo de muchas cosas del mundo en que les tocó vivir.

Hemingway y Bosch escribieron, por su lado, dos cuentos que según algunos críticos literarios guardan mucha coincidencia. El doctor Joaquín Balaguer, escritor y político dominicano, fue lejos en su apreciación respecto a los cuentos “El viejo y el mar” del laureado escritor norteamericano, y a “Rumbo al puerto de origen” de Bosch, argumentando la notable coincidencia de ambos trabajos.

El Doctor Balaguer con relación a ambos  cuentos, llegó a opinar, en una entrevista que le hicieron, lo siguiente:

Los cuentos de Bosch son cuentos de primera categoría, de primera clase. Inclusive hay algunos  de él que han sido hasta plagiados por escritores eminentes. Hay uno que fue copiado – dijo el doctor Balaguer – por el escritor norteamericano Hemingway. Una vez  - prosiguió señalando – hablaba yo con el ex - presidente de Costa Rica, Figueres, y hacíamos precisamente, alusión a la coincidencia que había entre el trabajo de Hemingway y el de Juan Bosch”.


Posteriormente, Bosch con la gran honestidad que le caracterizó durante toda su vida, negó, lo dicho por el doctor Balaguer, de que se trataba de un plagio aquello y que sólo había tal coincidencia. Y señaló, lo que a continuación copiamos:

“Me parece que la palabra justa la dijo el Dr. Balaguer - indicó Bosch -: coincidencia. Es verdad que ´El viejo y el mar´ de Ernest Hemingway tiene algo en común con mi cuento ´Rumbo al puerto de origen´ en el tema, no en el estilo; pero eso se explica porque los dos éramos pescadores, o tal vez sería mejor decir que él era un pescador de concursos internacionales donde quiera que corría el pez espada, más conocido por su nombre inglés de bluemarlin, y yo era un pescador aficionado anónimo, pero los dos pescábamos en las mismas aguas, él cerca de La Habana hacia el Este y yo también cerca pero hacia el Oeste, y en ciertas ocasiones entre Batabanó e Isla de Pinos, esto es – dice Bosch -, por la costa sur de la provincia de La Habana. Tal vez eso explique que él conociera a un pescador cubano viejo, que fue el personaje de su libro, y yo conociera a Juan de la Paz, que es el personaje de ´Rumbo al puerto de origen´; y no es nada raro que dos cubanos se parezcan en su manera de enfrentar la vida. Tampoco es nada raro que un episodio ocurrido aquí y ahora se parezca a otro ocurrido en un país lejano hace tiempo. Por ejemplo – continúa señalando Bosch -, mi cuento ´Fragata´ se parece mucho a ´Bola de Sebo´ de Guy de Maupassant, porque ´Fragata´, una  joven de La Vega que vivía frente a casa cuando yo era un niño, a quien llamaban por mal nombre no de Fragata sino de Mariguana, se parecía a la protagonista del cuento de Maupassant no sólo en que era muy gorda – en realidad, obesa – y prostituta, sino también en que tenía sentimientos muy finos. Por eso cuando se publicó ´Fragata´ en Cuba yo le puse una llamada al pie en la que decía que ese cuento era un homenaje que la vida le había hecho a Guy de Maupassant en una isla del Trópico. Por lo demás, Hemingway trabajaba sus cuentos y sus novelas muy cuidadosamente y por esa razón tardaba años en escribir  un libro, y entre la publicación de ´Rumbo al puerto de origen´ y la de ´El viejo y el mar´ no pasó tanto tiempo, lo que es un indicio para pensar que cuando salió mi cuento ya que el suyo estaba concebido y tal vez  escrito en gran parte”.

Al hacer referencia a sus relaciones amistosas con Hemingway, Bosch expresó, lo que a continuación copiamos:

Sí las mantuvimos (las relaciones de amistad, n. de j.m.j.) pero no prolongadas por dos razones; una que Hemingway viajaba mucho, sobre todo en expediciones de pezca  y de caza que lo llevaban lejos de Cuba, algunas veces hasta el África;  la otra, que era adicto al daiquirí, un trago cubano que tiene entre sus componentes el ron Bacardí, y yo no lo acompañaba en ese vicio. La mayor parte de las veces nos veíamos en un restaurant muy conocido (en la Habana, n. de j.m.j.) llamado el Floridita que estaba cerca del lugar donde yo vivía y por esa razón tenía que pasar por su acera, y si Hemingway estaba bebiendo, lo que hacía siempre de pie ante el mostrador, me llamaba y charlábamos, casi nunca de literatura sino sobre todo de amigos comunes. Cuando escribió – dice Bosch - ´El viejo y el mar´ hacía tiempo que no nos veíamos porque yo me había mudado y por tanto no tenía que pasar todos los días a medio día por las puertas del Floridita”.


El Floridita continúa dando sus servicios en La Habana; la última vez que tuve la oportunidad de estar en La Habana Vieja (2008) estuve allí. Vi al Hemingway esculpido como si estuviese “vivo” dando órdenes a los mozos, para que le trajesen otro daiquirí. ¡Ah, y algo que no podemos dejar de señalar! y es que, Hemingway cuando leía la prensa cubana o algún libro de la época, se enfurecía si alguien lo molestaba o trataba de distraerlo, y hasta los puñetazos se iba con el que interrumpía su lectura “concentrada”.

Muchas veces tuvieron los mozos el “trabajo” de intervenir para separar al gigantón Ernest Hemingway, que usualmente iba vestido de pantalón corto y poloshirt y sandalias, de algún inquilino, que en el Floridita osaba de distraer su atención. Las peleas de él con algunos parroquianos fueron muchas. ¡Y hasta botellazos! hubo, me contaron algunos mozos que todavía recuerdan al viejo Ernest.

Heminway  y Spencer Tracy en la Barra del Floridita, en 1955

Hemingway, además del Floridita, era aficionado a otros lugares muy famosos hoy día, en La Habana, por los tragos y la excelente comida que en ellos sirven, todos los cuales, tuve la dicha de visitar durante mi última estadía en La Habana. Andaba yo, pues, siguiéndole los pasos a Hemingway en sus continuas andanzas y borracheras habaneras.

Esos lugares son: La bodeguita del medio,  muy famoso también por los tragos, y donde hoy día pueden verse fotos gigantescas de Hemingway  y otras grandes figuras del arte y la literatura cubana y universal. Pero, también hay un excelente lugar en La Habana Vieja famoso por su deliciosa comida española: El Zaragozana, hoy completamente remodelado.

Hemingway, me cuentan, visitaba aquel lugar cuando tenía en Finca Vigía, su mansión en las afueras de La Habana, en San Francisco de Paula, a invitados especiales. Grandes figuras como Spencer Tracy, Humprhey Bogart, Adriana Ivancich y su familia, Fred Zinneman, entre otros, desfilaron con Hemingway por aquel lugar.

Heminway y un grupo de amigos en su Finca Vigia de Cuba

Pero, volvamos nuevamente a la relación de amistad de Hemingway y Bosch. Con relación a la figura de Hemingway, y su valoración como escritor, Bosch señaló su parecer indicando  lo siguiente:

Ernest Hemingway fue un escritor extraordinario y un cuentista de primera línea. Cuidaba y manejaba la palabra – apunta Bosch – como un orfebre trata el material con que está haciendo una joya. Naturalmente, escribía para el lector norteamericano, pero vivía en Cuba, en un lugar llamado San Francisco de Paula, que estaba en las afueras  de La Habana, y quería a Cuba  con verdadero amor. Su obra – dijo Bosch -  es literariamente maravillosa y muy estimulante desde el punto de vista humano (…)”.

Juan Bosch durante su exilio en España  
Poco después de lo de Cayo Confites (1947) sucedieron estos encuentros fugaces entre Hemingway y Bosch. Cuando entraba de lleno  la década de los años 50 del siglo pasado, la vida de Ernest Hemingway entraba en declive, producto de lo maltratado que estaba su organismo, debido a los aparatosos accidentes que sufrió y al abuso del alcohol. Bosch, por su lado, más apegado a la política surgía como una nueva estrella política en América.

Hemingway  ganó el Premio Nobel de Literatura  en 1954 por su obra “El viejo  y el mar”. Bosch ganaría la Presidencia de la República Dominicana un año después de que Hemingway se suicidara (1961) y, Trujillo desaparecía del escenario de los tiranos en América, a los cuales tanto él como Hemingway habían combatido toda su vida.



La Habana, Cuba
Julio de 2008. 

MUJERES EN LA VIDA DE ALBERT EINSTEIN

domingo, 4 de noviembre de 2012

Por Jesús Méndez Jiminián

"Tú significarás más para mi alma que lo que todo el mundo significó antes…". 
Carta de Einstein a Marie Winteler (1896) en "Las vidas privadas de Einstein" de Roger Higfield y Paul Carter.
 

  Albert Einstein (1879-1955) está considerado como el más grande científico del siglo XX, y probablemente de toda la historia de la Física. Tuvo, por tanto, sus afortunadas virtudes, y por qué no, sus defectos. Al fin y al cabo, los seres humanos no somos perfectos.

 De Einstein, se tiene al día de hoy una copiosa documentación sobre su vida científica; sobre todo, de sus extraordinarios aportes al campo de la física, y en general, a la Ciencia. Sin embargo, muchos de sus principales investigadores han obviado su vida sentimental; vale decir su vida privada.

  Desde luego, hay autores - muy contados por cierto-, que han dado a la luz pública ese lado de su yo. Quizás, y debemos destacarlo en esta parte de su vida, pese al hecho- muy poco conocido, de que fruto de la relación con quien él llevara a cabo su primer matrimonio, y esto ocurrió cuando tenía apenas 23 años de edad, nació su primer hijo (a), una niña, que dada su precaria situación económica y en común acuerdo con su entonces novia y compañera de estudios, Mileva Maric, de origen serbio, tuvieron que darla en adopción a una pareja hoy desconocida para el mundo. Al respecto daremos amplios detalles más adelante.     

 La primera relación sentimental de Albert Einstein ocurrió cuando él cursaba el tercer año, en la sección técnica de la Escuela Cantonal de Aarau, en Suiza, donde había ido a estudiar, ya que sus padres buscando una mejor vida tuvieron que trasladarse a Milán, Italia. Él tenía entonces17 años de edad, y vivían todos en Munich, Alemania.

 Einstein por estos años, se hospedó en la casa de un amigo de sus padres llamado Jost Winteler, que era profesor, y de quien se dice que por el cariño que le tomó, Einstein lo llamó "Papá Winteler". El señor Winteler y su esposa tenían varias hijas. Allí recibió el jovenzuelo Einstein el primer flechazo de cupido, que sepamos hoy. El matrimonio Winteler tenía una hija de nombre Marie, que logró cautivar el corazón del muchacho de origen judío- alemán. Ambos jóvenes tenían en común algo que los acercó de una vez: la música. A Marie le gustaba tocar el piano, y a Einstein el violín, por lo que en seguida comenzaron a actuar como dúo.

 La relación Albert- Marie contó en lo inmediato con la aprobación de los padres de ambos. De Marie se ha destacado por parte de algunos biógrafos de Einstein, que era la hija más bella del matrimonio Winteler. Por cierto, de este noviazgo de Einstein se han logrado conservar algunas cartas, entre ellas ésta, en la que entre otras cosas, el entonces joven Einstein manifiesta el "tono tierno y amoroso" de un primerizo en las cosas del amor: "Muchas muchas gracias por tu encantadora cartita, que me hizo inmensamente feliz (...) Solamente ahora comprendo lo imprescindible que mi querido rayo de luz ha sido para mi felicidad (…)"

"No se sabe cuando terminó exactamente este romance, aunque por las cartas que se conservan no debió de ser antes de diciembre de 1896 o principios de 1897. Parece que fue Einstein quien lo puso término, para desconsuelo de su madre Pauline, que incluso mantenía correspondencia con Marie. En septiembre de 1896, Einstein finalizaba sus exámenes en Aarau y tendría que ir a estudiar a Zurich", indica Albino Arenas Gómez en su obra "Albert Einstein"

De esta breve estancia del joven Einstein en Aarau, se revolverían algunas cosas muy importantes para su vida y futuro inmediato. Por ejemplo, él tenia por estos días la duda de si estudiar física o matemática. Se inclinó por la física finalmente. Además, decidió estudiar para profesor "en lugar de hacerse ingeniero" como tenía pensado.

 Respecto a lo que Einstein denominó por aquellos días "Mis planes para el futuro", explicará luego el por qué había "optado por seguir una carrera científica: (…) Por encima de todo está- dijo-mi inclinación por lo abstracto y por el pensamiento matemático…; a uno siempre le gusta hacer aquello para lo que está dotado".  
         
Contrario a lo que algunos sabelotodo piensan y dicen, sin tener conocimiento de causa, Einstein fue un buen estudiante. No fue excelente siempre, pero al menos logró ser notable en sus estudios. Prueba de ello fueron sus calificaciones, incluidas las universitarias. Desde luego, a él no le gustaban los idiomas, pese a que con el paso de los años sabía: alemán, francés, inglés y un poco de italiano. Le gustaba la historia- aunque no más que las matemáticas y la física-; pero nunca estuvo a gusto con la geografía, el arte y el dibujo técnico. 

Einstein renunció a la ciudadanía alemana, logrando obtener la suiza en 1897; y pudo así ingresar después de aprobar unos exámenes, en la Escuela  Politécnica de Zurich, Suiza. En esta institución logró entablar amistades con varios compañeros de clases, en particular con aquellos a los que estaría ligado toda su vida: Marcel Grossman, Michele Angelo Besso, y la que sería su primera esposa- como ya comentamos anteriormente-, Mileva Maric. La Maric estudiaba entonces ciencias y matemáticas. Era la única mujer del grupo. Sin embargo, de "todos sus amigos, parece que fue Grossman, en particular, quien mejor entendió el carácter independiente y decidido de Einstein. Grossman comprendió hasta qué punto le irritaba y frustraba  (a Einstein, n. de j.m.j.) el verse obligado a asistir  con regularidad a clases que le aburrían (…) también sabía que Einstein necesitaría la información impartida en las aulas para aprobar los exámenes". Grossman le prestaba a Einstein sus apuntes, con los cuales él (Albert) logró graduarse en 1900, en la Escuela Politécnica con excelentes calificaciones. Los que deseen pueden ver el resumen de estas notas en "Albert Einstein" de Albino Arenas Gómez.

"Hacia el otoño de 1901 Einstein encontró un trabajo como preceptor de varios niños que terminaban la enseñanza media (…) Einstein debía prepararlos para el examen final. Pero tampoco allí estuvo mucho tiempo. Terminó todo con el despido de Einstein. Parece ser- apunta Arenas Gómez en  su citada obra- que la orientación que pretendía dar a la formación global de los niños no coincidía con la idea del director de la escuela".


                A los pocos meses de la muerte del padre de Albert Einstein (10 de octubre de 1902, en Milán), logra éste   contraer matrimonio con Mileva Maric (6 de enero de 1903, en Berna, Suiza), no obstante a la oposición de ambos padres de Einstein. "Según parece, hay indicios obtenidos moderadamente de las cartas de Einstein, que fruto de esa relación fue el nacimiento de una niña en enero de 1902, a la que Einstein se refiere con el nombre de Lieserl. En el año 1987 se encontraron las cartas, por lo que antes de esta fecha se desconocía por completo todo lo referente a este suceso", comenta Arenas Gómez en su obra.           


              De lo último que anotamos anteriormente, se desprende que el matrimonio Einstein-Mileva Maric se llevó a efecto un año después del nacimiento de la pequeña Lieserl. Parece ser, que esto del matrimonio ocurrió como una forma de no destruir la relación entre ambos, y esperar tiempos mejores. Y así fue.         

                                                                                                          
Sin embargo, tiempo después del divorcio de Einstein con la Maric, "Se ha especulado con una posible causa en un sentimiento de culpabilidad por lo ocurrido, y tal vez también hacia Einstein por haberlo consentido (es decir, lo de entregar a la niña en adopción, n. de j.m.j.). Einstein, han apuntado algunos, siempre se quedó con la idea de que en su vida aparecería 'alguna posible Lieserl'". La realidad fue otra, pese a que años después adoptó una hija. La depresión se hizo presente en él  por aquellos días. En su auxilio acudió su gran amigo Marcel Grossman, quien habló con su padre para ayudar a Einstein a conseguir un trabajo. Así lo hizo. El padre de Grossman habló con un amigo suyo, que era entonces director de la Oficina de Patentes en Berna, el señor Haller. Mientras tanto, Einstein, se defendía dando clases particulares de matemáticas y física para estudiantes de secundaria y universitarios. 

Por otro lado, la familia del primer amor de la vida de Einstein no lo olvidaba. La relación de los Winteler con Einstein se había hecho más estrecha de lo imaginado. Uno de los mejores amigos de Einstein, colega suyo, Michel Angelo Besso, casó con Anne, hermana de Marie Winteler. Y la hermana de Einstein, Maja, contrajo matrimonio con Paul Winteler, su excuñado. Así que, Einstein quedó ligado a los Winteler hasta el final de sus días. 

Encontrándose Einstein trabajando en la Oficina de Patentes de Berna (1902-1909), como técnico de patentes, nace el primer varón del matrimonio Einstein-Mileva Maric: Hans Albert; y un año antes de abandonar su trabajo allí, es decir, en 1908, obtiene el puesto de profesor extraordinario de la Universidad de Berna. En 1910 nació el segundo hijo de Einstein: Edouard.

El año de 1905 fue un año maravilloso para Albert Einstein, en lo que respecta a su labor científica. Pues muy a pesar de su corta edad, 26 años, sus trabajos lograron revolucionar el campo de la ciencia. Ese año, Einstein  publicó seis trabajos de investigación científica, que lo apuntalaban "como uno de los físicos más grandes" de todos los tiempos. 

El primer artículo de Einstein publicado en la prestigiosa revista "Anales de Física" el 17 de marzo de 1905, versaba sobre "el efecto fotoeléctrico", que aplicaba a la teoría cuántica, "recién nacida de la mano de Max Planck (otro genial físico alemán del siglo XX, y luego gran amigo de Einstein, n. de j.m.j.).  El 14 de diciembre de 1900 (…). Este trabajo le valió para el premio Nobel de Física en 1921. "

Un segundo trabajo de Einstein salió casi mes y medio después del primero, el 30 de abril de 1905 en la misma revista, y su título era "Una nueva determinación de las dimensiones de las moléculas", con ese trabajo consiguió Einstein el grado de doctor en Física (1905), y pretendía "calcular el tamaño de las moléculas". "Su tercer artículo vería la luz pública el 11 de mayo de 1905, y explicaba el movimiento browniano (…).  El cuarto artículo (30 de junio de 1905) se titulaba "Sobre la Electrodinámica de los cuerpos en movimiento, y en él Einstein establece la famosa teoría especial de la Relatividad. El quinto artículo (27 de septiembre de 1905) era una especie de consecuencia del artículo sobre la relatividad. En unas pocas páginas obtenía la ecuación más famosa de la ciencia: E=mc2. El sexto artículo (19 de diciembre de 1905) consistía en una segunda parte del tema anteriormente tratado del movimiento browniano." 

Como parte importante, apuntaremos esta nota curiosa para compartir: "…el fundador de la teoría de la Relatividad crea su teoría sin ser doctor, cuando se supone que tal título de doctor es el que oficialmente habilita para realizar investigaciones. Y lo mismo podemos decir de su primer artículo, el del efecto fotoeléctrico, y que le valió el premio Nobel".

Aunque hoy día, ya sabemos, Einstein es más conocido por su Teoría de la Relatividad, de la que una vez al ser cuestionado, dijo estas geniales palabras para que el más simple de los mortales la entendiera:

"Si estás cortejando a una chica atractiva, una hora parece un segundo. Pero si te sientas sobre unas ascuas (es decir, sobre fuego, n. de j.m.j.), un segundo parece hora. Eso es la relatividad". 

 "Como anécdota - dice Arenas Gómez -añadamos que Einstein prefería para su teoría (la de la Relatividad, n. de j.m.j.) el nombre de teoría de invariantes, le parecía más exacto y mucho menos equivoco, pero se impuso el de relatividad, que le dio Planck, un año después… se popularizó la teoría, que, se resumiría en la frase: 'todo es relativo', que no es la idea de la teoría".


Más adelante, haciendo referencia a lo último que anotamos, Arenas Gómez señala: "No significa de ningún modo que todo en la vida es relativo, diría Einstein en 1929. Einstein intentó cambiar el nombre a su teoría en los años veinte, pero ya fue imposible. De hecho, no utilizó el nombre de Teoría de la Relatividad hasta 1911 en los títulos de sus artículos. El título del artículo con el cual nace la Teoría de la Relatividad no lleva tal nombre, sino otro que parece no tener nada que ver en ello: 'Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimientos'".

Toda la producción científica de Einstein, en 1905, la realizó ocupando funciones de técnico de patentes de tercera categoría en la oficina de Berna. Carl Seelig, uno de los principales biógrafos de Einstein, señala que todos los trabajos publicados por él en ese año manifestaron su verdadera genialidad, y que fueron creados "en auténtica soledad", dedicando para ello hasta diez horas diarias. "Nunca más volvió Einstein a producir nada parecido", dice Arenas Gómez con mucha certeza en su citada obra. 

"La Teoría de la Relatividad había surgido de una pregunta que Einstein se había planteado cuando tenía 16 años: ¿Cómo veré un rayo de luz si lo persigo con la velocidad de la  luz? Tardo diez años en encontrar la repuesta, y sólo cinco o seis semanas en escribir el famosos artículo cuarto de 1905 donde establece la Teoría de la Relatividad". El artículo en cuestión no contiene en ningún párrafo la palabra Relatividad. Tampoco en el título ¡por supuesto!

Tiempo después, para dedicarse a la docencia universitaria como profesor adjunto de la Universidad de Zurich, Einstein dejó la Oficina de Patentes de Berna después de casi ocho años continuos de labores. Recordaría luego aquellos tiempos con cierto grado de nostalgia, pensando que en aquel lugar"tuvo las ideas más brillantes de su vida"  en el campo científico. Posteriormente, Einstein estará como docente, en 1909, en la Universidad Praga, donde intercambiaría con relevantes figuras del campo  de la ciencia, entre ellos el célebre matemático Henri Poincaré y la genial Marie Curie, ambos franceses; respecto a madame Curie, Einstein llegó a decir en una ocasión que es "…de todos los seres célebres, el único que la gloria no ha corrompido". La amistad entre ella y Einstein perduraría hasta la muerte. Einstein acompañó a la Curie en algunas excursiones, en las que intercambiaron sus puntos de vista sobre el mundo de la ciencia. 

"Durante la estancia de Einstein en Praga-anota Arenas Gómez-, ya se habían manifestado los problemas matrimoniales entre él y su mujer Milena que terminarían en divorcio en 1919, precedidos de la separación entre ellos. Milena deseaba volver a Zurich; Einstein también prefería a Zurich pero no había recibido una oferta mejor que la de Praga, aunque no tardaría en recibirla."

Otras universidades por aquellos días, también manifestaron el deseo de que Einstein formara parte de su cuerpo profesoral, pues su nombre ya gozaba  de un buen ganado prestigio en los círculos científicos del mundo. Además, se estaban produciendo en estos días,  diligencias de su gran amigo Marcel Grossman con la finalidad de que Einstein impartiera docencia en a Escuela Politécnica de Zurich, donde ambos habían estudiado, y en la que ahora Grossman era Catedrático de Matemática y Director. Finalmente, Einstein aceptó la oferta de su amigo Grossman, siéndole éste muy útil a Einstein para las bases matemáticas de la Teoría de la Relatividad General. Asimismo, ya años atrás, en 1913, se había  producido el ingreso de Einstein como miembro de la sociedad científica más prestigiosa del  planeta: la Real Academia Prusiana de Ciencias. 

Tras su divorcio de Mileva Maric, el 14 de febrero de 1919, Einstein contrajo matrimonio en junio de ese año con su prima Elsa Einstein Lowenthal, que ya participaba muy estrechamente con él de sus actividades intelectuales y del cuidado de su salud. El parentesco de Albert Einstein con su prima Elsa"era por doble partida. El  del padre de Albert, y la madre de Elsa era Fanny Koch, hermana de Paulina Koch, la madre de Albert".  Elsa tenía dos hijos de su primer matrimonio, que vivirían con la nueva pareja: Ilse y Margot. Aquí podría estar, posiblemente, una de las claves del deseo de Albert Einstein de tener a su lado a quien considerar como hija suya tras lo ocurrido con la pequeña Lieserl, en 1902. Junto al matrimonio Albert-Elsa también se fue a vivir con ellos Pauline, la madre de Albert, quien al poco tiempo enfermó, falleciendo en marzo de 1920. Precisamente, ese mismo año conoció Einstein al célebre científico danés Niels Bohr, con quien no obstante a la amistad que les unió hasta la muerte, mantuvo una "controversia sobre la física cuántica".

Durante la década de los años 20, Einstein viaja de forma continua por Europa, América, Japón y Palestina. Pero, recordaremos que en plena Primera Guerra Mundial (1914-1918)  en Alemania, se produjo una terrible escasez alimentaria, situación  esta que en lo personal afectó a Einstein de una forma tal, que producto de su pésima alimentación enfermó del hígado, úlcera estomacal y otros males, Arenas Gómez en su obra describe tal situación con estas palabras: "La actividad de Einstein (en 1919, n. de de j.m.j.)  es enorme y ello va a repercutir en su salud. Con su traslado a Berlín, Einstein había vuelto a cambiar de trabajo. La vida de Einstein en estos últimos años ha sido muy ajetreada (…)". 

Y por otro lado, más adelante comenta de esta situación, esto que copiamos:"Su prima Elsa que vive en Berlín, le ayuda y la familia de ella le proporciona alimentos adecuados (…) Einstein pasará en cama muchos meses durante la guerra. Los cuidados de su prima Elsa serán determinantes para que Einstein vaya recuperando su salud", han afirmado algunos biógrafos del genial científico. 

A finales del año 1992 cuando Einstein iba de viaje para Japón recibió "un telegrama en que le comunicaron la concesión del premio Nobel de Física del año 1921 por sus contribuciones a la física teórica y especialmente por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico (…) La concesión del Premio Nobel a Einstein originó un pequeño conflicto diplomático. Einstein no lo recogió en persona. Lo recogió a su nombre el embajador alemán. Pero ¿no debió ser embajador suizo?, porque aunque Einstein había nacido en Alemania, había renunciado a esa ciudadanía y durante varios años había sido apatrida antes de obtener la ciudadanía suiza (…) Pero, por otra parte, el gobierno alemán pensaba que Einstein era alemán, puesto que era funcionario y para ello era preciso tener nacionalidad alemana. Einstein había tenido que prestar juramento como funcionario al tomar posesión como miembro de la Academia Prusiana de Ciencias. Después de discusiones legales al respecto, la Academia Prusiana determinó que al tomar, posesión como académico, Einstein se convertía en ciudadano alemán, aunque seguía teniendo la ciudadanía suiza". Finalmente tiempo después, recibió de la mano del embajador suizo el premio de la Academia Sueca.

De la Teoría de la Relatividad llegó a decir Einstein mientras visitaba  España, en 1923, que era "La culminación de la física de Galileo y Newton", sus dos referentes en el campo científico. A su mujer, Elsa, le llegaron a preguntar en esta gira junto a su esposo si conocía la Teoría de la Relatividad, a lo que ella respondió: ¡Oh no! Aunque me la he explicado (su marido, n. de j.m.j.) muchas veces no la comprendo; pero no necesito comprenderla para ser feliz.

Cuando Albert Einstein llegó por primera vez a los Estados Unidos de Norteamérica, en 1921, fue recibido por el presidente de esta nación, en Washington, Warren Harding; durante esta visita pronunció conferencias en las universidades de Columbia, Chicago, Boston y Princeton sobre la Teoría de la Relatividad. En este viaje de Einstein fueron recaudados fondos para la naciente Universidad Hebrea de Jerusalén.  Al partir de los Estados Unidos, Einstein llegó a Inglaterra, donde visitó la tumba de Isaac Newton.

En 1930, Einstein visitó, tras una invitación oficial, Cuba, donde los días 19 y 20 de diciembre pronunció también conferencias. Regresó a los Estados Unidos, en su tercera visita, en 1933, tras la llegada de Hitler al poder en Alemania; le fueron en este año confiscados sus bienes por los nazis, refugiándose de forma definitiva en Princeton, Nueva Jersey, hasta al final de su vida en 1955. Adquirió la ciudadanía norteamericana en 1940, junto a su hijastra Margot y su secretaria particular Helen Dukas. Ya su segunda esposa, Elsa, había fallecido en 1936 en Princeton donde se fue a vivir con Einstein junto a sus hijas; en 1939, su hermana Maja falleció allí tras cinco años en cama producto de una parálisis en 1951. 

LOS  AÑOS  FINALES      

Tras su estancia de más de dos décadas en Princeton, Einstein fue haciendo conciencia de otros temas relevantes para la opinión pública. Comenzó a escribir y a publicar con cierta asiduidad sobre temas como "educación, política, libertad, guerra, pacifismo, judaísmo, etc. También sobre la filosofía (...)". Su relación estrecha de amistad con el gran filosofo y matemático inglés Bertrand Russell le llevó a tomar posiciones en ese campo. Hacía todo esto, pese a que  su salud no estaba bien."Desgraciadamente, fumo mucho, aunque se que el tabaco perjudica a la salud y a la memoria. Por esa misma razón no pruebo alcohol (…)", llegó a decir en una ocasión.

A lo anterior deberíamos de agregar, que además, en los últimos años de su vida, Einstein tuvo momentos difíciles en el plano familiar como hemos señalado. Uno de los episodios más tormentosos fue la pérdida de su hermana Maja, producto de una parálisis progresiva. "Todas las tardes a las seis, Albert dejaba lo que estuviera haciendo y se dirigía a la habitación de su hermana. Incluso -se dice -llegó a leerle el diálogos sobre los dos mayores sistemas de Galileo". Tras la muerte de Maja, Einstein, le escribió a un pariente suyo una carta en la que expresaba este lamento doloroso sobre su hermana: "(…) Ahora la echo de menos más que lo que nadie puede imaginar".

Pero también, años atrás, en la década de los años 30, Einstein sufrió la perdida  de otros seres queridos: en 1934 falleció su hijastra Ilse, en Paris; y en 1936, muere su mejor amigo: Marcel Grossman.  Es por estos años cuando a Einstein, le diagnostican "Aneurisma en la aorta del abdomen", enfermedad que finalmente con el paso de los años le llevará a la muerte.

Einstein rechazó en 1952 la presidencia del estado de Israel, que le habían ofrecido. Dos años atrás, previendo el final de sus días, mediante testamento donó su casa en Princeton y sus libros a su secretaria particular Helen Dukas, que al decir de algunos de sus biógrafos: "más que su  secretaria era su ángel guardián". Einstein, sin embargo, dejó escrito que tras su muerte no quería que su casa de Princeton se convirtiera en centro de peregrinación. Precisamente, esto lo pudimos constatar tras una visita que hicimos allí en la primavera de este año a esa hermosa ciudad norteamericana que cumple su bicentenario de fundación, y donde a poca distancia hay una casa- museo, que guarda entre otras cosas, objetos personales del genial físico, así como el manuscrito original de su Teoría de la Relatividad General.

Casi todos los manuscritos y otros documentos de Einstein,  según su testamento, pasaron a ser propiedad de la Universidad Hebrea de Jerusalén; a su nieto Bernhard Caesar, hijo de Hans Albet Einstein, su abuelo le donó su violín; "violín que había dejado de tocar los últimos años" y donde magistralmente tocaba entre otras, las piezas maestras de Mozart y Vivaldi, dos de los grandes músicos favoritos suyo.

En 1955, Einstein sospecha que ya le queda muy poco tiempo de vida, y encamina ciertos pasos a dar muestras de gratitud hacia algunos seres queridos. Por ejemplo, escribe un trabajo recordando a su mejor amigo Marcel Grossman que había fallecido casi 20 años atrás; también  dedica otro trabajo a su amigo de juventud Michel Angelo Besso.

"el 15 de abril de 1955, Einstein ingresa en el hospital de Princeton. Se ha roto el aneurisma que padecía. Se avisa a su hijo Hans Albert, quien se traslada inmediatamente desde California a Princeton. Pasa con su padre los dos últimos días de su vida, el 16 y 17 de abril (…). Al día siguiente de su ingreso en el hospital, sábado 16 de abril experimenta una mejoría, hasta tal punto que telefonea a Helen Dukas, (su secretaria, n. de j.m.j.). Quiere continuar trabajando en el hospital y le pide útiles de escritura y las hojas con sus últimos cálculos y las gafas. En el hospital pasará las últimas horas de su vida tratando de desenmarañar el misterio del Universo que se le resiste fiel a sí mismo hasta el final. Ha mantenido su coherencia personal y científica hasta el último momento. La noche del domingo 17 descansa tranquilamente. Pasando la una de la madrugada, siendo, por tanto, ya lunes 18 de abril, la enfermera notó algo y se acerca, le oyó murmurar algo en alemán y esas serían las últimas palabras de unos de los mayores genios del siglo XX: Albert Einstein.

Tal y como había sido acordado, el cerebro de Einstein  iba a ser estudiado. De modo que le realizaron la autopsia y le extrajeron su cerebro. Hasta la fecha parece que no se ha obtenido ninguna conclusión de ese estudio. Quizás en el futuro.
      
Su cadáver fue incinerado y sus cenizas esparcidas en un lugar desconocido por expreso deseo de Einstein. Tampoco por deseo del genio 


Montreal, Canadá.
4 de agosto del 2012


 El autor es ingeniero, escritor,  Miembro de la Cátedra "José Martí" en la UASD,  y de la Real Sociedad de Historiadores.

SANTIAGO DE AYER: EL NORTEAMERICANO QUE CONSTRUYÓ EL PUENTE DE GURABITO

jueves, 18 de octubre de 2012



POR JESÚS MÉNDEZ JIMINIAN


 “No, mi amigo, yo no le nombro Interventor de Aduanas, porque Ud. hace gritar la gallina al desplumarla”. ~ “COSAS DE LILIS” de Víctor M. de Castro.


 SE HIZO POR LA SUMA DE TRES MIL PESOS

Antes de instaurarse en el país la dictadura de Lilís, ya que se debatía en el Ayuntamiento de Santiago de los Caballeros, una obra considerada de trascendental importancia vial  para esta ciudad: el puente sobre el arroyo Gurabito.

Una muestra de lo que anteriormente citamos, es el hecho de que en la sesión del 14 de Agosto de 1885, en uno de los temas que se debatían se acordó lo siguiente: “Nombrar una comisión compuesta del Presidente, Sindico y regidores T. Cordero y R. Muñoz, para que procuren avistarse con el ingeniero don E. Gros (norteamericano, n. de j.m.j), y traten de averiguar bajo qué condiciones se encargaría de la construcción de un puente sobre el arroyo Gurabito ” Y más adelante, decía la referida resolución, lo siguiente: “Tomar en consideración las proposiciones del ingeniero E. Gros”.

Sin embargo, debemos de destacar aquí, que otros profesionales de la ingeniería, norteamericanos, también se encontraban siendo consultados entonces por las autoridades municipales. Y en la sesión  celebrada por el Honorable Ayuntamiento del municipio de Santiago, podemos apreciar que en fecha de 17 de Agosto de 1885, es decir, apenas tres días después de la anterior, se consignó lo que copiamos: “Se dio lectura a una solicitud suscrita por el ingeniero norteamericano Lawren B. Bidwell, en el cual propone al ayuntamiento la construcción de un puente sobre el arroyo “Gurabito” por el camino recto, de 39 varas de largo y 9 de ancho total, por la suma de tres mil pesos o bien encargarse de la dirección de la obra por la retribución de cinco pesos diarios.

¿Cómo llegaron los ingenieros E. Gros y Lawren B. Bidwell a Santiago? En el caso de Gros no hay informaciones que hayamos encontrado todavía sobre su permanencia en Santiago; pero en el caso de Bidwell, debemos de señalar, que antes de trasladarse a vivir a Santiago, tenía residencia en La Vega como él mismo manifestó en una de sus intervenciones en la Sala Capitular del Ayuntamiento; allí parece ser que estaba siendo consultado sobre el proyecto de canalización del río Yuna.

El ingeniero Gros expresó también ante los miembros de la Sala Capitular del Ayuntamiento de Santiago, señalando que: “estaba dispuesto a llevar a cabo la construcción del puente sobre (el arroyo) Gurabito, por el camino de Jacagua, por la cantidad de dos mil quinientos pesos, o bien encargarse de la dirección de la obra por la suma de $300”.


 El señor Gros  “Presentó un presupuesto… de todos losmateriales y efectos necesarios para la construcción de la proyectada obra”.

La obra era tan importante para Santiago, que desde entonces la sala capitular comenzó a celebrar sus secciones casi a diario. Por ejemplo, las autoridades municipales contactaron de nuevo al señor Bidwell para que asistiera  a la sesión extraordinaria del día 18 de agosto de 1885 en la tarde. Los miembros del honorable Ayuntamiento eran entonces: don Augusto Espaillat, presidente; C. Sully Bonnelly, sindico, y los señores Rafael Muñoz, José Tolentino, Miguel Muñoz, Leonidas Ricardo y Teófilo Cordero Bidó, en su condición de regidores, Lorenzo J. Perelló hijo, era el secretario. 



 A la sesión celebrada el 20 de agosto del indicado año se presentó, para exponer sus servicios, el destacado maestro de la construcción santiagués, don Onofre de Lora, quien declaró que: “se presentaba ante el Hon. Ayuntamiento (…) porque había recibido la comisión de este Ayuntamiento para tratar de la construcción de un puente sobre el arroyo de Gurabito, y que… estaba dispuesto a contratar con él dicho puente por la suma de $1000, como había convenido con algunos de los miembros de la Sociedad El Progreso; había advertido a la dicha comisión que, aunque hubo preliminares de contrato por la suma referida, éste no pudo llevarse a cabo por la introducción de importantes modificaciones”. De Lora, ante esta nueva situación, según se señala en el Boletín Municipal, índico que la obra valía al menos unos dos mil pesos, “suma por la cual estaba dispuesto a realizarla”.

Sin embargo como expresó el mismo Onofre de Lora, “no se llegó a ningún avenimiento (SIC)…” con la comisión designada por el Ayuntamiento local.

Poco después de esta decisión de De Lora, el Ayuntamiento en pleno acompañó días posteriores al ingeniero L.B. Bidwell al lugar donde se levantó el puente, y se recomendó que tomara “Las medidas convenientes en particular, y que asegurara la solidez, estabilidad y demás garantías de la obra…”. 

En la sesión del día 22 de agosto de 1885, se presentaron los planos del puente, que fueron llevados a cabo por el ingeniero D.E Gros. A esa reunión se presentó Bidwell  acompañado de un paisano suyo, el señor James Palmer.

El Ayuntamiento le solicitó, en esta sesión, a Bidwell, documentación de su título de ingeniero, quien a su vez le indicó tenerlo guardado con su residencia de La Vega. Sin embargo, los miembros de la sala capitular de Santiago quedaron satisfechos de las recomendaciones hechas por Bidwell sobre la construcción del puente en cuestión.

Por su parte, la Sociedad “El Progreso” había señalado al Ayuntamiento local, su disposición de cubrir parte del monto acordado para levantar el puente de Gurabito, de acuerdo a sus disponibilidades.

En la sesión del día 24 de agosto de 1885, se resolvió invitar para el día 25 de agosto a los señores: el Gobernador de la provincia, señor J.M. Glas y Pílades Steffani, F. Llinás, Onofre de Lora, E, Diaz, Julio J. Julia, Pedro Patxot, J.J. Hungria, Augusto Gonzalez, Pbros. Juan Luis Pérez y Emilio Santelises “para presentarle el plano y oir las observaciones que estos señores creyesen prudentes para el mejor éxito de la obra…”.

El ingeniero Bidwell acudió a la sesión del 25 de agosto de 1885, y contestó; después de presentar los planos, todas las preguntas pertinentes de los presentes sobre el desarrollo de la obra; en esa misma sesión fueron aprobados a unanimidad dichos planos.

Para establecer las bases del contrato con el señor Bidwell, se designó una comisión compuesta por las siguientes personas: Teófilo Cordero, Rafael Muñoz, C. Sully Bonnelly, Carlos Bello y Lorenzo J. Perelló; estos dos últimos, en su calidad de abogado y tesorero municipal, respectivamente.

Por aquellos días, también se le había propuesto, en Santiago, al ingeniero Bidwell, la construcción de una cárcel. Tal dato puede comprobarse del acta de la sesión llevada a cabo el 20 de octubre de 1886, en el Ayuntamiento local. Es muy probable que esta cárcel que construyera Bidwell sea la que se encuentra en la Fortaleza San Luis, hoy.

Lo cierto es, que Bidwell concluyó el puente de Gurabito en el año 1887. La Tesorería municipal en su “Resumen General de los ingresos y egresos” del año 1887 reportó, por ejemplo, que por concepto de la “una cuenta de lo gastado en hacer una calzada en los cimientos del puente de Gurabito”, se erogó la suma de $197.42 ½”. Otro dato es, que por concepto de la pintura de dicho puente se gastó: $25.40; de igual forma, a Bidwell le fueron entregados sus $300.00 en su calidad de Director de la obra.

Como dato curioso, el ingeniero Bidwell se quedo viviendo en Santiago donde se desempeñó también como profesor de matemáticas en la escuela “San Lorenzo” donde recibió un pago mensual de $20. De igual modo, ese mismo año, 1887, le fueron pagados a Bidwell la suma de $16 por “reconocimiento en la iglesia N.S. del Carmen y las piedras de la Angostura”.

En la sesión del 23 de noviembre de 1886, en el Ayuntamiento de Santiago, aparece con relación al ingeniero Bidwell, lo siguiente: “El Síndico expuso que: como el señor Rafael A. Reinoso no podrá continuar dando clase de aritmética en el “Colegio Central”, por haber sido nombrado Inspector de escuelas… pedía que en su remplazo fuese nombrado el señor Lawson B. Bidwell”.

Como hemos podido apreciar, el ingeniero Bidwell hizo notables contribuciones a Santiago de los Caballeros. Ahora bien, cabe preguntarnos, ¿Quién le ha rendido tributo a sus aportes? Debería, al menos, un centro educativo de Santiago honrar la memoria del ingeniero Lawson B. Bidwell. “Honrar, honra”. Sea usted el jurado.

                             
El autor es ingeniero, escritor, miembro de la Cátedra “José Martí” de la UASD y de la Real Sociedad de Historiadores.